La educación es una necesidad social
condicionada por la propia naturaleza del desarrollo humano y de la sociedad en
su conjunto. Se sabe que, en épocas remotas, la educación se derivaba de la
experiencia cotidiana, de la convivencia y de la necesidad de sobrevivir que
fueron estableciendo ciertas normas o reglas que se transmitían de generación a
generación como experiencia social. La transmisión de la experiencia
histórico-social es un rasgo fundamental del reflejo consciente propio de los
seres humanos. Gracias a esta propiedad, el contenido de cualquier sistema
educacional es la reproducción abreviada de la historia social de la humanidad
y sus avances culturales. Por tanto, las ideas educativas surgen de la práctica
social y se expresan en la ciencia y en la cultura, en general. La ciencia por
excelencia que se ocupa del estudio de la educación como fenómeno social y como
actividad organizada, es la pedagogía. Sus raíces hay que buscarlas, como toda
ciencia, en la Antigüedad.
En la cultura occidental, las raíces de la
pedagogía, como las de todas las demás ciencias, con las particularidades de su
objeto de estudio, se encuentran en la Grecia Antigua. La paideia, como
concepción cultural-educativa, marcó los derroteros de la pedagogía como
ciencia. Entre sus características significativas se encuentra una concepción
integral de la educación, que comprendía no solo el estudio de los saberes en
función del desarrollo del comportamiento del ciudadano y su desarrollo
espiritual. Eran las virtudes y la actitud moral, el centro del desarrollo
humano. La responsabilidad de la educación se asumía por el Estado, siendo la
justicia, el ideal del Estado perfecto. No se puede perder de vista que se
trataba de las ciudades-estados, donde la esclavitud como forma de organización
económico-social, consideraba solo como ciudadanos a los hombres libres. Los
esclavos eran "máquinas parlantes" y las mujeres no contaban.
Se produce una evolución en la pedagogía en Europa hasta el siglo XIX en que se puede considerar su condición de ciencia. En términos generales, transitó por el sistema educativo romano; el dogmatismo de la Edad Media dominado por la iglesia católica bajo la escolástica; la pedagogía humanista dada en el renacimiento italiano, al que se incorporó el protestantismo, y la búsqueda de los valores de la Antigüedad; el movimiento educativo más realista y ajustado a la esencia del hombre en lo natural y social en los siglos XVI y XVII en Europa, donde se destacan Francisco Rabelais (1483-1553), Francis Bacon (1561 1629), Juan Luis Vives (1492-1540) y Juan Amos Comenio (1582-1670), quienes sientan las bases de la pedagogía como ciencia y, finalmente, las ideas de grandes pedagogos, como Voltaire, Rousseau, incluso, en filósofos, como John Locke en el siglo XVIII, y en el XIX, Pestalozzi, Herbart, Fröebel, Owen, Durkheim, Marx y Engels.
Algunos pensadores como Comenio publicaron
variados textos concernientes al enfoque tradicional, pero fue su obra en 1657
titulada Didáctica Magna o Tratado del arte universal, la encargada de enseñar
aquellas bases de la pedagogía tradicional. Más adelante, se hicieron críticas
a la forma de enseñanza que se ejercía en los colegios internados. Dichos
colegios estaban bajo el mando de órdenes religiosas, con el objetivo de aislar
a los jóvenes del mundo externo, ya que era considerado como el lugar donde se
adquirían y gestaban los deseos más incontrolables que llevarían al pecado, por
tanto, era necesario vigilar al estudiante para que no sucumbiera a sus deseos
y apetencias naturales. En este sentido, el joven era considerado proclive a
caer en tentaciones por su debilidad mental y su atracción por el mal.
En el siglo XVII, teniendo como precursores
de este pensamiento al cristianismo, humanismo y realismo, surgen nuevas formas
de conocer, entre ellos los postulados de Descartes, y Fenelon. El primero,
proponiendo el discurso del método en el cual recomienda, no admitir nada como
verdadero, si no se ofrece como evidente y el segundo, que desaprobaba la
manera de enseñar, añadiendo que se debería aprovechar la curiosidad del niño,
recurriendo a la instrucción atrayente e indirecta, diversificando de esta
manera la enseñanza.
Los filósofos más conocidos como Descartes,
Spinoza, Leibniz, Mersenne, Malebranche, Locke y Hume también tuvieron una
faceta como filósofos naturales, algunos hicieron más aportes que otros, pero
muchos desarrollaron una respuesta crítica a la filosofía experimental desde un
punto de vista filosófico.
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